viernes, 14 de febrero de 2014

SAN VALENTIN


SAN VALENTIN

Un viaje sorpresivo de trabajo me embarcó, trasnochados arribamos mi esperanza y yo.
La sultana de los andes, Cuenca,  atravesé, su parque nacional “El Cajas”  disfruté.
Puerto Inca me acercó más a mi destino: Guayaquil, ciudad natal de mi princesa.
Llamé a mi amada solicitándole un encuentro, sí me aceptó su juvenil presencia.

No la había visto por mucho tiempo, su rechazo e ingratas evasivas lo provocaban.
La energía Divina otra vez recargó mi corazón y me ordenó buscar a mi niña bella.
La cabina de un auto prestado por Diego y autorizado por Mónica, la esperaba.
Bajé el volumen de la radio, necesitaba escuchar su corazón palpitante por mi abrazo.

Su angelical  sudado rostro y  sus manos frías reflejaban su débil salud y su pesar.
Un saludo muy paternal le brindé, el de ella no fue tierno, no recibí el dulce anhelado.
Obligado por mi manera de ser proseguí a informarle lo sucedido en nuestra distancia.
Ella escuchaba, recibía el mensaje que su Dios me había augurado: ser su padre lejano.

Este mes consagrado por los anglosajones al amor y  a la amistad, es inolvidable.
Como inolvidable es saber que la sangre de mi sangre este once me entrevistó fríamente.
La sangre de mi sangre estuvo desamorada con su “cromosoma Y”, el aporte de su padre.
El mes de San Valentín me regaló la vida y, yo, con amor le devuelvo al Cosmos: mi sangre.

¿Qué gano viviendo, si en mi diario vivir no está presente? ¡No está ya en mi Febrero…!
¿Qué justifica habitar este bello y mágico Universo, si no veo sus lindos ojos cafés?
¿Por qué este sistema de cosas me aleja, cada vez más, de su luz brillante y revitalizante?
¡Por qué no me venera, como yo  sí la venero a mi añorada hija, mi estrella, mi lucero!

Dile, San Valentín, que sin su motivación yo me derrumbo, me aniquilo, me enfermo…
Dile, San Valentín, que me hacen falta sus “buenos días” y sus “buenas noches, papi”.
Dile, San Valentín, que mi amor por ella son diez universos más grande que el de Zeus.
Dile, San Valentín,  que la amé de bebé, la amo demasiado y la amaré… ¡Dile, te lo ruego!

Franz Merino
14-02-2014

sábado, 1 de febrero de 2014

NO EXISTE EL OLVIDO, CUANDO SE AMÓ Y SE AMA DE VERDAD.


NO EXISTE EL OLVIDO,  CUANDO SE AMÓ Y SE AMA DE VERDAD.
No existe el olvido, ahora lo sé y lo ratificó, lo vivo a diario contigo.
Cuando se entrega el corazón en tus manos, no ha sabido existir  el olvido;
más, cuando mi espíritu y mi corazón tomaste plenos de pureza y  amor por ti.

Cómo voy a olvidarte, si cada mañana fría o de sol te recuerdo, te miro.
Poseído  estoy por el embrujo de tu piel, de tu sonrisa y de tu suave voz.
Imposible extirpar mi corazón para olvidarte si yo lo hice tuyo, lo posees.

No existe el olvido, cuando de tus entrañas nació también algo mío.
Cómo excluir de mi memoria los días de playa y de tibia arena contigo.
No podré recuperarme,  lo he evidenciado con vos: no existe el olvido.

Pero, ahora… algo diferente estoy experimentando… estoy despertando…

Repón mi palpitar, devuélveme mi vida, sálvame de ti, mata mi martirio.
O, es que,  tú tampoco ni mi cuerpo, ni mis besos, ni mis locuras olvidas.
Restituye mi corazón para otra, a cambio te confiero, el tan deseado olvido.

No existe el olvido, mientras no devuelvas lo mío, no es justo aún lo poseas.
Por favor, ahora te pido, no me condenes  al abismo: sí deseo y ¡ya! el olvido.
Déjame vivir y tener un nuevo amor y, jamás se repita, lo que pasó contigo.

No existe el olvido, por fuerza mayor, lo he comprobado con todo tu ser.
No existe el olvido, cuando hoy mi amor está dividido, quizás confundido.
Estoy algo esperando de ti y ahí sí me decido, sin marcha atrás: es tu olvido.

Sí, tal vez estoy aferrado a ti, disfrutando del dolor cual amante masoquista.
Tal vez, a un nuevo amor obstaculizas su amado camino, su ansiado destino.
Bórrate de mí y deja que un nuevo ángel me ascienda y me dé sus suspiros.


Franz Merino
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